Este automatismo mental puede llevarnos al fatalismo y pesimismo más absoluto al pensar que nunca se hace justicia o, sensu contrario, puede empujarnos hacia la búsqueda de la equidad, sabiendo que, como dijo Elie Wiesel, "puede haber veces en que seamos incapaces de impedir la injusticia, pero no nunca debe haber una vez en la dejemos de protestar".
Una tesis que podría ser el punto de arranque de una figura jurídica que la justicia española configuró como carta de ajuste de las cuentas pendientes de un dictador con su país. El 'caso Pinochet' supuso un hito en la historia de la justicia universal y dio un empujón definitivo a la firma del Estatuto de Roma, documento mediante el cual se creaba la Corte Penal Internacional.
La detención del dictador chileno en Londres y todo el proceso que siguió fueron claves para que Chile o Argentina decidieran replantearse su pasado; de forma paulatina se eliminaron las leyes de amnistía o de punto final, que obstaculizaban el enjuiciamiento de los crímenes sufridos durante décadas a manos de altos cargos políticos y militares (que, a menudo, coincidían)
La noción de justicia penal universal se enmarca en la lucha contra la impunidad pues se trata, como dice Baltasar Garzón, "del último reducto para cuando todo lo demás (esquema, procedimientos y principios) falla" ya que de lo contrario "se produce un marco de ausencia total de garantías - y de todo límite- en un espacio de impunidad que se va regenerando ante la falta de respuesta", según palabras del juez.
No obstante, el de justicia universal no es un principio pacífico dado que su aplicación va siempre ligada a problemas económicos y diplomáticos entre los distintos países, unido a lo cual se constata una desvirtuación del principio de territorialidad y de soberanía cuando las naciones implicadas ni quieren juzgar ellas mismas los hechos ni quieren que otro país investigue o abra una causa al respecto.
La obstaculización de la jurisdicción universal
En noviembre de 2009 se produjo en nuestro país una reforma en la Ley Orgánica del Poder Judicial (LOPJ) que afectó, entre otros, al artículo 23.4 en el que se introdujeron trabas al ejercicio efectivo de la jurisdicción universal a través de una serie de cláusulas y requisitos para su aplicación. Una nueva redacción que significa "una bajada de pantalones" según Araceli Manjón Cabeza-Olmeda, doctora en Derecho Penal por la Universidad Complutense de Madrid.
El anuncio de la reforma en este polémico precepto se produjo en el 2003 coincidente con la invasión de EEUU en Irak y con la decisión de la Audiencia Nacional de investigar las matanzas de Sabra y Chatila a manos de Israel y la situación irregular de la cárcel de Guantánamo.
Estas circunstancias no fueron en absoluto casuales puesto que con la modificación de la ley es imposible entrar a juzgar estas dos cuestiones y, de hecho, estas causas fueron archivadas sin ningún motivo aparente.
Retos y cuestiones pendientes para la Justicia Universal
Queda aún mucho por hacer en el ámbito de la lucha por los derechos humanos y la defensa de los derechos de las víctimas y de las naciones que han sufrido crímenes flagrantes causados en muchos casos por abuso de fuerza de los Estados, algo que es hoy evidente ante los recientes acontecimientos en el Sáhara.
Hay que desbrozar el camino para la cooperación internacional, fundamental para la garantía de los derechos de las víctimas, y todavía existen muchos obstáculos para conseguir el compromiso de las naciones para la protección eficaz de los DDHH pues los criterios se basan más en los intereses bilaterales.España, que no hace tanto fue abanderada de la lucha por la justicia universal, se lastra con una reforma que da marcha atrás y dificulta la defensa de los que sufren abusos intolerables desde las altas esferas del poder (y en muchas ocasiones por los motivos más peregrinos y de la forma más gratuita) Y no sólo eso, sino que suspende al juez que trató de esclarecer responsabilidades y resarcir moralmente a la víctimas patrias que sufrieron 40 años de dictadura.
Todo un ejemplo de ceguera interesada y de esquizofrenia política.
"Ante las atrocidades tenemos que tomar partido. La posición neutral ayuda siempre al opresor, nunca al víctima. El silencio estimula al verdugo, nunca al que sufre"