por Maite Iniesta
El maltrato que los españoles damos a nuestros artistas es algo nefasto y patético y, como dice la propia Tamara Rojo, “es medieval depender de un ministro para poder bailar en este país”. No obstante, todo el que la vea actuar a buen seguro disfrutará de uno de los mayores espectáculos de su vida, porque, aparte de la belleza plástica de sus coreografías, esta mujer irradia elegancia por todos los poros de su piel. Tamara Rojo es una artista del movimiento, en cada gesto mezcla la técnica clásica con su corazón contemporáneo, dando lugar a un estilo ecléctico que actualiza la danza y la llena de sentimiento. Algo que la ha convertido en una de las mejores bailarinas de la escena internacional.
Tamara Rojo nació en Montreal (Canadá) en 1974, de padres españoles, con tan sólo cuatro meses vino a España y desde muy temprana edad se despertó su pasión por la danza. Acudió a la prestigiosa escuela de Víctor Ullate desde los 9 hasta los 17 años (84 -93) y participó en la compañía de Ullate del 91 al 96, pero luego continuó su formación en el extranjero de la mano de David Howard y Renatto Paroni y, con ello, su carrera se lanzó internacionalmente.
Fue invitada a bailar con el Scottish Ballet con el que interpretó a lo largo de los 6 años que trabajó allí El lago de los cisnes, El Cascanueces, Romeo y Julieta y La Sylphide.
Alcanzó el estatus de bailarina principal en el English National Ballet y así se incorporó al Royal Ballet de Londres en 2000, convirtiéndose en la primera española en formar parte de la compañía más importante del Reino Unido y una de las más prestigiosas del mundo. Fue, además, la más joven artista en la historia del ballet que asciende al puesto de primera bailarina.
En diciembre de 2004 el prestigioso crítico de danza Clement Crisp, entusiasmado con la interpretación de la española en El Lago de los Cisnes y Cenicienta recomendó, en las páginas del Financial Times, acudir a todas las representaciones del Royal Ballet donde bailara Tamara Rojo.
Su carrera profesional se ha visto jalonada con diversos premios, tales como la Medalla de Oro y el Premio del jurado en el Concurso Internacional de Danza de París (1994), que consiguió con apenas veinte años; el Premio de la crítica italiana (1996), la denominación de Bailarina Revelación del Año por el Times londinense (1997) y la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (España, 2002).
En 2001 recibió el Premio a la Mejor Bailarina de los Premios Nacionales de Danza que otorga el Círculo de Críticos del Reino Unido. En 2005 fue galardonada con el premio Príncipe de Asturias de las Artes.
Ahora mismo se baraja como candidata para sustituir a Duato de su eventual salida al frente del Centro Nacional de Danza, aunque por el momento sólo es una hipótesis. En cualquier caso, los amantes de la danza y del arte, en general, podrán disfrutar de Tamara Rojo en el Liceo el próximo julio con La Bella Durmiente.
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