Peter Pan, Nueva York y llegar a los treinta

sábado, 10 de marzo de 2012


por Maite Iniesta

“¿Escuchaba música Pop porque estaba deprimido, o estaba deprimido por escuchar música Pop?”, con esta pregunta comenzaba John Cusack su ya inolvidable película Alta Fidelidad en la que un treintañero con fobia al compromiso relataba las cinco rupturas más importantes de su vida amorosa. Esa película, catalogada de culto tanto para cinéfilos como para melómanos, dio el pistoletazo de salida a una serie de films en la que se retrataba a esa nueva generación de jóvenes peterpanes universitarios, intelectuales, de clase media y guapetes que no tienen ni idea de hacia dónde va su vida profesional y sentimentalmente hablando. Happythankyoumoreplease  es  como  esas  películas que ya has visto una vez y que no te importaría volver a ver. Un film que bebe de otros autores pero que reformula la ecuación haciendo que parezca nueva.

Josh Radnor, protagonista de la serie Cómo conocí a vuestra madre, se lanza aquí a por el triplete -director, guionista y protagonista- con su ópera prima con Nueva York como telón de fondo y con la búsqueda de la felicidad como excusa para contar una historia.
Galardonada con el premio del público a la Mejor Película en el Festival de Sundance, esta cinta bebe de otros films como Beautiful girls (Ted Demme, 1996) o Manhattan (Woody Allen, 1979) pero descubre su propia esencia gracias a unas interpretaciones fantásticas de sus secundarios (el niño Michael Algieri y Sam2, interpretado por Tony Hale, por ejemplo), a unos diálogos inteligentes y divertidos y una banda sonora espectacular con gran presencia femenina (una de las cantantes es la propia Kate Mara, la camarera “Mississippi”, en la cinta).

Una fotografía colorista y optimista impregna cada uno de los planos, que en ocasiones se alargan dando lugar a secuencias en las que la naturalidad de las interpretaciones y la tridimensionalidad de sus personajes te hacen sentir que los conoces de toda la vida, que son tus amigos y que viven a la vuelta de la esquina. Una película con encanto, que crea una atmósfera agradable y acogedora de la que no quieres escapar. Es el discurso positivista de una generación primermundista a las puertas de un mundo adulto cargado de responsabilidades. Un canto generacional a la incertidumbre, las inseguridades, los prejuicios y el qué voy a hacer con mi vida. Una película que prescinde de ese final feliz de la comedia romántica tradicional que, entre otras cosas, nos ha hecho ser como somos.


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