Delacroix. Herencia simbólica del romanticismo

domingo, 11 de marzo de 2012



por Maite Iniesta
Eugène Delacroix es la encarnación del romanticismo. A pesar de nacer en un ambiente privilegiado en contacto permanente con el arte, (su padre era Ministro de Asuntos Exteriores en el Directorio y su madre, hija del célebre ebanista de Luis XVI), no fue hasta el verano de 1813 cuando se encontró con su propio destino en la abadía de Valmont. Allí descubrió lo grandioso de la naturaleza, el amor por las ruinas y por lo misterioso. Después visitó la ciudad de Rouen donde quedó prendado por la arquitectura gótica. Tenía quince años. Aquel verano nació el espíritu romántico del que sería a la postre uno de los símbolos de este movimiento a nivel mundial.


Tras la muerte de su madre solicitó la entrada en el taller de Pierre Guérin, un lugar donde latía con fuerza el virus del romanticismo. Fue en aquel lugar donde conoció a una de las personas que marcará los destinos de su pintura.Con Théodore Géricault compartirá no sólo una amistad para toda la vida, sino varios temas a lo largo de su obra (La Balsa de las medusas, de Géricault y El naufragio de Don Juan, de Delacroix).

Su primera gran obra será La Barca de Dante, obra que le catapultó a la cima de su generación. Con la muerte de Géricault se marchó a Inglaterra donde interiorizó a Shakespeare y profundizó en su conocimiento sobre Byron. También fue entonces cuando quedó impresionado por el Fausto de Goethe, del que posteriormente ilustraría la edición francesa con diecisiete litografías impresionantes y tenebrosas a partes iguales.

Apoyó a los griegos con sus pinturas elevando su tragedia a símbolo universal del romanticismo. Esta imagen se repetiría en su obra convirtiéndola después en la figura de la revolución francesa en su famosísimo cuadro La Libertad guiando al pueblo, de 1831 (lamentablemente no se exhibía en esta exposición). En sus últimos tiempos se interesó, como buen romántico, por lo exótico, lo pintoresco, lo oriental. Recorrió Marruecos en el contexto del expansionismo galo y llenó su cuaderno de viajes con material suficiente para el resto de su vida.

La muestra recorre toda la obra del pintor y sus distintas etapas: las influencias de Rubens y Tiziano, su tendencia orientalista, los motivos goyescos, Velázquez, Rafael, la preocupación por la técnica pictórica, el influjo byroniano, la herencia de su taller de la juventud, el contexto revolucionario...Y en su cuadro La confesión pública, como Berlanga en su obra maestra El verdugo, la tragedia de un juicio final, la atmósfera tensa de un escenario de techos altos, inmisericordioso y vacío. El tétrico desfile que conduce a un camino de no retorno, un grupo de personas que conduce a rastras a la víctima, un hombre que se resiste a lo inminente.
Delacroix muríó sin saber que su obra de un modo u otro influiría en toda la historia del arte desde los impresionistas hasta el mejor cineasta del cine español.


FICHA:
Título: Eugène Delacroix (1798 - 1863)
Fecha: del 19 de octubre al 15 de enero de 2012
Lugar: Caixaforum, Madrid. Paseo del Prado, 36
Atocha. Entrada gratuita
Horario: Lunes a domingo, de 10.00 a 20.00 h

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