El hecho de que las instituciones hayan sido pensadas o dominadas por la dictadura de los intereses establecidos no es un argumento contra la existencia de dichas instituciones, sino una razón para derribarlas y reemplazarlas por otras mejores.
por Maite Iniesta
Hoy en día, en España y en otros muchos países occidentales, vivimos en una democracia liberal elitista parapetada en:
- Un sistema de partidos altamente insatisfactorio y normalmente bipartidista;
- Elecciones representativas cada cuatro años, que más que como depositarios del poder último de decisión nos consagra como siervos de la gleba
- Parlamentarismo enquistado en luchas intestinas, más preocupados por agotar al rival con escándalos que buscar el bien común y el Bienestar de sus ciudadanos
- y división de funciones (que no división de poderes) pues no existe una auténtica separación de poderes entre el legislativo, ejecutivo y judicial, sino que están imbricados.
Este modo democrático representativo liberal elitista está manejado por lo que se han venido a llamar 'políticos profesionales', es decir, esos a los que se les paga por decidir en nuestro nombre sin que nos hayan preguntado nuestra opinión. Un nuevo despotismo: hablan y actúan en nombre de un pueblo al que se niegan a escuchar (un gran ejemplo lo tenemos en las ruedas de prensa sin preguntas - me escuchas a mí y te callas)
Además, uno de los grandes peligros para la ya de por sí poca democracia de la que disponemos es la cada vez mayor influencia neoconservadora en la oligarquía gobernante. La actual crisis es un ejemplo soberbio de ello, pues las políticas neoliberales provocaron la mayor crisis económica de la Historia...y para salir de ella nos imponen la misma receta.
Algunos de los dogmas de esta corriente de pensamiento son:
- Autorregulación del Mercado, que tiene la solución para todos los problemas (aunque según recuerdo no fue el Mercado quien sacó del atolladero a los bancos cuando quebraron sino que fue ese anoréxico Estado que propugnan los neocon...¡qué curioso!)
- Iniciativa individual del capitalismo anarquista. Aquí el ejemplo lo tenemos en la Unión Europa que se suponía sin fronteras internas (Tratado de Schengen) aunque la realidad se ha revelado bien distinta. La actitud de Dinamarca hace unos días y la de Italia y Francia hace unas semanas ha dejado en evidencia que no hay fronteras para los capitales, pero sí para las personas)
- Minoración alarmante del Estado y del sector público. Las consecuencias de la crisis están claras: la provocan los bancos con sus irresponsables decisiones con las que tanto dinero han ganado y cuando lo pierden todo lo pagamos los ciudadanos. ¿Cuántos banqueros han salido a pedir disculpas?¿Cuántos altos cargos con responsabilidad directa en esta crisis han dimitido?¿Cuántos están en la cárcel? En contrapartida, a los mortales mileuristas les imponen más presión fiscal, menores salarios, menores prestaciones sociales y la amenaza constante del copago. Y yo pregunto, ¿quién se creen que lo paga? Como dice el mix de refranes: en perro flaco todo son pulgas y al perro que tiene dinero se le llama Señor Perro.
- Ampliación de medidas represoras. Se ha constatado en los últimos años un desarrollo desproporcionado de la literatura judicial relacionada con delitos económicos, financieros y societarios que, casualmente, se ha traducido en reformas penales. Todo ello ha provocado un aumento desproporcionado de estos delitos que hoy pueblan los artículos del Código Penal - no hay más que fijarse en los delitos de propiedad intelectual y en la controvertida Ley Sinde)
Ante esta situación proponemos una Democracia: participativa, directa, real, de compromiso ciudadano, lo que Benjamin Barber denomina Democracia Fuerte en un libro homónimo. Este tipo de democracia auténtica se caracteriza por:
- Debate democrático con deliberación conjunta de todos los ciudadanos divididos en fórums locales (la spanish revolution y sus asambleas y comisiones son un ejemplo inmejorable de consenso creativo) establecimiento de una agenda común ciudadana, escucha y empatía.
- Proceso de toma de decisiones democrático, es decir, que cuando se vaya a tomar una decisión trascendental que afecta al conjunto de los ciudadanos, estos sean consultados a través de referéndums (al modo de Islandia) Hoy en día el empleo de los referéndums podría facilitarse gracias a las nuevas TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación)
Sin embargo, parece evidente que los políticos actuales prefieren seguir tomando ellos las decisiones que nos incumben generalmente a todos excepto a ellos mismos (recordemos la negativa de los eurodiputados de aplicarse la política de austeridad en sus viajes de avión)
Sin embargo, parece evidente que los políticos actuales prefieren seguir tomando ellos las decisiones que nos incumben generalmente a todos excepto a ellos mismos (recordemos la negativa de los eurodiputados de aplicarse la política de austeridad en sus viajes de avión)
- Acción común con trabajos conjuntos, reparto de tareas, incentivo de los servicios públicos y promoción de la cooperación ciudadana.
Además, una auténtica democracia jamás debe olvidar sus principios rectores: participación, transparencia, información de calidad y pluralismo. Unos principios para los que resulta indispensable una labor profesional y ética de los medios de comunicación, que deberían ser conscientes de su responsabilidad y del enorme poder que tienen en las democracias. Dicho poder debería estar menos encaminado a conseguir beneficios empresariales y más a cumplir con la función social de vertebrar y hacer viable una democracia real.
El dilema es democracia blanda (elitista, liberal, representativa) donde somos convidados de piedra o Democracia Fuerte (participativa, directa, social) donde tenemos que responsabilizarnos de la trayectoria vital de nuestra comunidad.
En cualquier caso, incluso en una democracia representativa, cuanto más políticamente activos sean los ciudadanos, mayores serán sus posibilidades de influir en la manera en que el Estado es gobernado.
En cambio, si nos negamos a reclamar vías de mayor participación política, cederemos cotas de autogobierno.
No obstante, en este punto, como bien dice George Monbiot en su libro La Era del Consenso, "todos los que tenemos capacidad de acción nos vemos obligados a elegir. Podemos emplear esta capacidad para asegurarnos una existencia cómoda y sin peligros. Podemos, con toda racionalidad, subordinar nuestro deseo de libertad a nuestro deseo de seguridad. O podemos utilizar nuestra capacidad de acción para cambiar el mundo".
Ninguno de los grandes cambios que son necesarios ocurrirá de manera espontánea. Las instituciones existentes no pueden cambiarse a sí mismas. Su poder reside en los ordenamientos en los que tienen origen, y atacar esa injusticia equivaldría a su propia disolución. Los gobiernos no actuarán en nuestro nombre a menos que se vean forzados a hacerlo.
Depende de tu disposición a abandonar tu apego al viejo mundo y comenzar a pensar como ciudadanos del nuevo; depende del cambio de seguridad por libertad, de comodidad por lucha. Depende de tu voluntad para actuar. Bien. ¿A qué esperamos?
3 comentarios:
El papel del periodista es esencial para que la gente entienda el gran poder que tiene para informar y formar la opinión pública. Es necesario concienciar a todos y alentarles para que pasen a la acción!!
Por fin se puede comentar jajaja
totalmente de acuerdo!..y sí, se puede comentar! viva la democracia y la pluralidad (y la libertad de expresión!)pero el derecho a decir lo que uno quiera también conlleva el deber de hacerlo con responsabilidad
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