Las intervenciones que le llevaron a la fama mundial consistieron en producir parodias de obras de arte o de antigüedades que consiguió colocar en museos sin ser descubierto y que permanecieron expuestas durante varios días. Se ha colado en el Tate Modern de Londres, en el Metropolitan Museum y el Moma (arte moderno) de Nueva York y también en el Louvre en París, entre otros. El British Museum tardó varios días en retirar una piedra pintada con dibujos al estilo de Altamira en la que aparecía un cazador de la Edad de Piedra empujando un carrito de la compra; a pesar de que esto último se inventó en 1937 en EEUU, la piedra estuvo exhibiéndose en una exposición de arte primitivo. Entraba a los lugares ataviado de barba, sombrero y gabardina y, – armado de pegamento –, se encargaba de colocar sus obras en las paredes de los varios de los museos más importantes del mundo.
Otra de sus obras más mediáticas es que llenó de pinturas el muro ‘de la vergüenza’ que Israel levantó en Gaza. Suele viajar a países en desarrollo y plasma en sus trabajos la injusticia de la pobreza o la barbarie casi tétrica de la guerra. Siempre con humor, siempre con ironía, impactante y genial.
Comenzó su obra en Bristol, su ciudad natal. Se inició, como todo graffitero, aplicando spray directamente sobre la superficie y dibujando con la pintura, pero una vez, mientras que pintaba un vagón de tren apareció la policía, tuvo que correr y esconderse bajo un camión de basura durante más de una hora sin haber acabado la pintada. Entonces decidió que había que cambiar de táctica o dejarlo; fue debajo de ese camión cuando se dio cuenta de que el motor llevaba letras pintadas con una plantilla y decidió hacer lo mismo pero con plantillas más grandes.Desde aquel día hace plantillas (stencils) con cartones y pinta de madrugada en tiempo récord, en ocasiones incluso emplea andamios para realizar sus obras sin levantar las más mínimas sospechas entre los vecinos.
Publica libros que recogen sus obras, tanto sus graffitis repartidos por todo el mapa, como sus grabados, dibujos y cuadros. Trabaja alrededor del globo, pero su lugar favorito sigue siendo Londres. Los responsables del ayuntamiento de la ciudad aseguraron hace un par de años que iban a borrar todas las pintadas, incluidas las de Banksy, ya que ensucian los barrios y, según dicen, los hacen menos seguros. Si bien han podido constatar que se ha convertido en un reclamo para los turistas y sus obras ya se venden en las tiendas de ‘souvenirs’ de la capital junto con los típicos autobuses, cabinas telefónicas o soldaditos.
Un icono sin rostro
Es de raza blanca, viste como el típico graffitero aficionado al hip-hop y debe rondar los 35 años pero poco más se sabe de él. Su círculo más cercano no dice nada de él y es un total desconocido para el mundo, aunque este hecho contribuya directamente a alimentar aún más su leyenda.
Se le censura su espíritu contradictorio ya que critica a las grandes multinacionales y sus negocios pero vive de ellos puesto que trabaja para Puma y MTV, entre otros. Genera el mismo grado de admiración que de repulsión, raramente indiferencia. Se trata de una paradoja muy curiosa: los mismos a los que él critica duramente a través de su obra le recompensan adorándole y haciéndole rico, ¿qué puede hacer él?
A pesar de todo, sigue siendo un genuino elemento antisistema. Enigmático, escurridizo, misterioso, perseguido, odiado, famoso, millonario, admirado… él se ha autodefinido como ‘vándalo profesional’. Y, por supuesto, apoya el arte accesible porque ¿hay algo más democrático que pintar en la calle para que lo vea todo el mundo?
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