esta sencilla película se convierte en una pieza de colección, en una de las revelaciones de la temporada. Se trata de una cinta indie, juvenil, fresca, divertida, natural, triste, romántica y muy real.
A pesar de ser una comedia romántica revoluciona la sistemática y rompe la linealidad y los prototipos. La mejor desde
Alta Fidelidad (dirigida por Stephen Frears en el 2000) No estamos ante una película convencional, no sólo por su estructura argumental (muy original, por cierto) sino porque lo que hace es contar una historia sobre el proceso del amor: cómo se conocen dos personas, cómo se aproximan, cómo se gustan, cómo se dejan de gustar y de qué manera afecta todo esto a los actores implicados en la ecuación del amor, a saber: familia, amigos propios, amigos comunes, trabajo, relaciones sociales…
Tiene un tratamiento visual muy atractivo, innovador – se nota que el director se dedicaba a los videoclips. Este es el primer largometraje de Marc Webber y es una inmejorable carta de presentación, un tipo con inventiva y originalidad, valores en alza en un mercado audiovisual un poco atascado.
La primera película genuinamente del siglo XXI, que refleja a una generación unida por las mismas películas, mismas aficiones, mismo entorno: dos hermanos jugando a la
Wii mientras conversan, paseando por
Ikea, universitarios alejados de su profesión, trabajo precario… En este caso es una globalización que nos acerca aún más, si cabe, y que reduce hasta las más mínimas diferencias entre generaciones de jóvenes en Estados Unidos o en España.
Se notan claramente algunas influencias, (se podría decir incluso
que son homenajes) a muchas películas y directores: Amélie, Ingmar Bergman, Annie Hall, El club de la lucha, Olvídate de mí, incluso a la película de Buster Keaton El joven Sherlock Holmes. Toma lo mejor de los mejores y completa una película redonda.
Mezcla estructuras y utiliza recursos muy efectivos tanto para la comedia como para las situaciones de sentimientos más intensos, todo ello conjugado con una genial banda sonora. Efectúa elipsis de forma magistral y contrapone las sensaciones de los personajes en las mismas situaciones aunque en estadios diferentes de la propia relación.
Muestra el amor en todas sus fases: la vida con amor, con falta de amor, con pareja y con amor, con pareja y con falta de amor, sin pareja con ganas de
tener pareja y con muchas ganas de dar amor. El compromiso, el sexo, los amigos. Los miedos a dejar de ser joven, la libertad; creer en el destino, en el alma gemela, en el amor para toda la vida… o no.
En definitiva, una historia de amor. Tan vieja como el propio mundo. La soledad, los amigos y el chico o la chica con la que uno se obsesiona.Pero, sin previo aviso, un día la vida cambia, porque por suerte o por desgracia siempre cambia… todo cambia y todo pasa… incluso lo malo.